
Era como si la inspiración se hubiera ido de mí, impulsada por los primeros rayos primaverales. Aquella inspiración que tantos libros me ayudó a escribir, que había sido mi compañera toda la vida desde que tengo memoria.
Mientras estoy aquí, ante el lienzo que graba mis bellas palabras, que constantemente brotan de mi mecánica pluma, iluminado por la tenue luz de una vela, medio consumida y casi acabada, pienso en las musas que me abandonaron y ellas estarán felices, quizás tomando el sol en la playa o dando un paseo por el parque.
Me pregunto cuántos folios habré arrugado y lanzado hacia atrás, con tan solo su nombre y unas cuantas parrafadas que poco me agradan. Y pienso, para mi exquisito gusto literario, que son palabras escuetas y huecas de sentimiento.
Mientras rayo folios y más folios con argumentos ilógicos, cavilo sumergido en autores y antiguas doctrinas. A Homero nunca le abandonó la inspiración y Ulises – personaje en mi opinión extraordinario - es el claro ejemplo del fruto de esta. El lazo que existe entre el escritor, la pluma y el papel, la melodía de este objeto al rasgar el papel y las ideas del escritor plasmadas en este. Una composición con vida propia, porque en cierto modo los escritores somos padres, padres de historias, relatos y de cada uno de los personajes de estos. Leyendas que quedan plasmadas en la historia para la posteridad.
Pluma en mano y mirando por la ventana, pienso en los últimos sucesos de mi ajetreada vida de escritor. En mi cabeza hay tantos recuerdos, que no consigo dar con nada que me ayude a justificar mi grave frustración literaria. Las horas se van sucediendo una tras otra y el Cronos no me regala ni un segundo de su tiempo eterno.
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espero que os guste y hay más----