Música

lunes, 5 de julio de 2010

Ella y mi frustación literaria (3)

Empecé a andar, aparentemente sin rumbo alguno entre las callejuelas malolientes y de repente me vi en mitad de la Plaza de Sant-Pierre, era ya bastante tarde y desde lo alto de la torre del campanario pude oír el tañido fúnebre de las campanas, y me encontré a mi mismo pensado en Jeanne Friod.
Pude verla saliendo por la gran puerta de la catedral de Saint-Pierre. Toda vestidita de negro, elegante. Poco a poco me fui acercando a ella y me oí gritando su nombre tan alto que dudo que quedara alguien que no se hubiera percatado de mi
presencia. Menos ella.
Cuando pasó por delante de mí la vi girar la cabeza para ver quién era yo, me sonrió, y enseguida retomó su camino, con total tranquilidad. Estaba equivocado.
Mi siguiente impulso fue seguirla. La muchedumbre que salía de la catedral se unió al gentío que había en la plaza, y por un instante temí haberla perdido de vista. Pero este susto sólo duró un segundo, porque mis ojos dieron con ella en seguida, en el momento justo en que ella desaparecía entre las estrechas y laberínticas calles.
Me encontraba siguiéndola por una estrecha calle llamada Saint-Antoine. No estaba loco, ella existía. Y la prueba fehaciente de ello era que la veía con mis propios ojos.
Seguí sus pasos algo más de quince minutos y de repente ella se detuvo y de espaldas a mi posó sus blancas manos en el brocal de un pozo que había al final de la calle. Era como si fuese consciente de mi presencia y esperó pacientemente a que yo saliera de entre las sombras y le plantara cara. Y así lo hice. Paso a paso salí de la oscuridad y me planté delante de ella. Finalmente el silencio se vio roto por su dulce voz.
- ¿Sabes lo que tienes que hacer?- Me dijo. - No es fácil, no estoy inspirado, no sé qué me pasa- respondí.
- Es sencillo, solo tienes que limitarte a escribir. Háblale al mundo de mí, cuéntales mi historia. ¡Diles que existo!
- Pe… pero tú no existe… - le dije casi tartamudeando.
- ¡Cállate!, ¡sí que existo y me estás viendo aquí delante de ti! ¿No te parece mi presencia suficiente prueba de mi existencia? – Respondió ella un tanto alterada.
- Lo intentaré. Pero déjame en paz, desaparece, yo te he visto en mis sueños, no es posible que seas real.
- Quien domina las palabras, domina la mente de los hombres. Y esto fue lo último que me dijo. Seguía callada, mirándome con sus ojos de araña y sin decir nada. Y así estuvimos ambos durante un instante.
Me giré sobre mis pies para marcharme, di un par de pasos y miré hacia atrás. Al lado del pozo no había nadie. Jeanne había desaparecido.

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espero que el nuevo capítulo tambien os guste... un besooo!!

2 susurros:

Anónimo dijo...

A veces l@s escritores/as nos (¿nos? =S) volvemos un poco loc@s encontrando inspiración xD
¡
Un beso!=3

Raúl dijo...

Para las musas, todo resulta muy fácil. Que escriban ellas, por dios. Sonrío.

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