Música

viernes, 29 de enero de 2010

Una mano hacia el abismo





No puedo dormir, debido al sudor tengo las sábanas pegadas a la piel. El calor me resulta abrumador, las noches de estío son agobiantes.

Me incorporo y miro la hora, son más de las tres de la madrugada.
"Vaya", pienso, lo tarde que es y lo poco que he dormido.
Salgo de la cama, ni siquiera me molesto en cansarme. Voy hacia el balcón, por donde una suave brisa cálida golpea las cortinas. Las descorro, el lugar no es muy grande, unos cuantos pasos y ya estoy fuera. Unas gotas de sudor frío recorren la desnudez de mi torso.
Agarro la barandilla con ambas manos, cierro los ojos y dejo que el aire caliente golpee mi cara y mi pecho.
Es noche cerrada, y la perlada luna no está en el firmamento.
Miro hacia el jardín, la piscina, y la veo, la mujer más bella que jamás han visto mis jóvenes ojos.
Su piel es blanca, solo una tela fina y transparente cubre su cuerpo. Puedo ver la forma de sus pechos: jóvenes y sólidos.
Puedo distinguir la forma de su cuerpo, sus prominentes curvas, y me resulta extraño, ya que no hay luna, y no sé de dónde proviene la luz que me permite deleitar mis ojos con su imagen.
Puedo ver su reflejo mortecino en la piscina y descubro con fascinación que es ella misma quien irradia esa luz blanca y sobrenatural que me permite verla con total claridad.
Estoy enloqueciendo, pienso en mi fuero interno, pero aquella mujer a la que observo maravillado tiene una fuerza que me impide dejar de mirarla, una fuerza que quiebra mi voluntad en mil pedacitos como si de un vulgar cristal se tratara. No debo hacerlo, no debo perder detalle alguno, debo estar atento. Capturar su imagen, guardarla en mi cabeza y grabarla en mi retina, para recordarla hasta el último aliento.
De repente, ella levanta la cara, y para suerte mía, mira hacia el lugar en el cual me encuentro.
El hecho de que me haya descubierto, no impide que deje de hacerlo. Y así, como si de dos imanes se tratara nuestras miradas se encuentran y sus ojos verdes me lo dicen todo.
Es la muerte, con su disfraz de mujer, que viene a buscarme, para llevarme consigo al mundo de los muertos. Lo sé, lo intuyo, sus ojos verdes me llaman, me atraen, el movimiento de sus manos me invita hacia ella.
Y yo, sin importarme quién sea, estoy más que dispuesto a ir a su encuentro, y soy capaz incluso de arrojarme por el balcón, para no perder ni un momento de estar en su presencia.
"Ven", me susurra al oído una voz que no viene de ningún sitio, pienso que es la suya, que ha leído mis pensamientos.
Me doy la vuelta, para atravesar la alcoba y bajar por las escaleras a su encuentro. Pero antes me vulevo sobre mi posición muy lentamente, y miro hacia donde está ella temiendo que desaparezca y que todo sea un sueño, pero ella sigue allí como una estatua, esperando a que yo llegue a comer de su mano. La desesperación hace que baje los escalones de tres en tres y atraviese la casa en un segundo.
Debería estar nervioso, todo lo contrario, no lo estoy. El subsconsciente me dice que es mi destino, que el momento de reunirme con Hades ha llegado.

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Próximamente... la CONTINUACIÓN.

This story is dedicated to George, I promised you. I hope you like it.

El título corre a cargo de... Ana, mi mejor amiga.


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